
Con un grito atravesado en ninguna parte, vago. Esperando no sé qué cosas. Espero, desespero. Escarbo, escucho. No hay nada. Vacío. Es mi mente, es mi alma, es mi corazón. Se rompe, se repara, lo destrozo, no lo quiero. Maldito corazón que me hace estas bromas pesadas. Vuelo, paso por tu lado, no me ves, no me sientes, soy invisible, no me oyes, no me hueles, no me tocas, no me amas, no me hablas. Maldito corazón. No lo quiero, vete. Me llena, me rompe, me vacía, me trae, me lleva, me coge, me encoge. Mi piel se retuerce, te extraña, te quiere. Pero mi voz no soporta lo que mis ojos ven, lo que mis manos desean. Quiero una vida nueva, noches largas, quiero movimientos de lana, un corazón de hierro. No quiero sentir. Quiero fumar a tu salud. Por lo volátil de las palabras, lo ilusorio de tus besos, de tus mordidas.
Tus mordidas. Mis mordidas. Vamos al inicio. Al árbol de donde caímos. Al tiempo donde yo no sabía nada, ni sospechaba, sólo creía. Como si fueras una religión antigua. Déjame caminar por ese desierto donde están los te quieros de mis días buenos. No sé cómo empezar a creer, soy atea. Pero necesito tu verbo, tu carne, tu vino, tu pan.
Tus mordidas. Mis mordidas. Vamos al inicio. Al árbol de donde caímos. Al tiempo donde yo no sabía nada, ni sospechaba, sólo creía. Como si fueras una religión antigua. Déjame caminar por ese desierto donde están los te quieros de mis días buenos. No sé cómo empezar a creer, soy atea. Pero necesito tu verbo, tu carne, tu vino, tu pan.