Que la luna está casi llena, como estas cosas que suceden a oscuras. En lo oculto de sus caras. Tu beso enlazándose con el mío, como aquella vez que no sucedió. Entre palabras ajenas de lenguas raras. La noche interminable que tuvo fin en el abrazo, en el ocaso de mi risa, en tus ojos de hechicero malvado. No hay dolores extraños, sólo conocidos.
El alcohol que corre por mis cabellos, como tus manos de otros tiempos. Con carcajadas que vuelan desaforadas entre los susurros de dos amantes furtivos que huyen de luces y lugares no permitidos. No fue, ni será. Es solamente una línea en mi piel, un surco donde sembrar recuerdos y canciones.
Volver a andar caminos ya andados. El final es otro.
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