martes, 17 de diciembre de 2013

Marítima

Hay un grito hirviendo en mi garganta. 
Un reloj corriendo en mi esperanza. 
Sabores conocidos, en esos mares navego. 
Pacífica, atlántica. 
Salada como las lágrimas que no existen. 
Dulce como los besos que reparto en un lienzo adriático. 
Que me coge y me lleva, al pasado y al futuro, a lo que es y lo que podría contar. 
Y el viento de su voz mediterránea me transporta a lo que nunca viví. 
Y su flora interminable me canta cual sirena, me hechiza, me levanta y me hunde. 
Y me dejo llevar por la corriente de un abrazo interminable. 
Hacia el sur, naufrago.