lunes, 3 de noviembre de 2008

Deseo.


A esta hora y en este lugar. Me han contado que se esconden, que huyen para abrazarse. Mira por encima del hombro, no vaya a ser que alguien te siga. Es una histora sin comienzo, pero tiene fin. El fin son tus besos, tus brazos.

Seres falsos, mentirosos, llenos de ganas y en brasas. Entre valles, montes y volcanes, son relámpago y miel. Beso a beso, hasta ya no ser, dejar de existir. Seres azules y rojos, cual luna y sol, fundiéndose en el rito sagrado al compás del tambor. Ahora sólo es un recuerdo, son sólo imágenes y dolores buenos. Este recuerdo me pertenece y te pertenece. Es nuestro... y a veces de nadie.

Si dijera que quiero más, sería una petición sin sentido. No quiero, pero deseo. Y me han contado de estos dos que en sueños se siguen encontrando para abrazarse. Mi meta es tu beso. Mi lugar son tus ojos, tus manos. Pero es sólo algo que me han contado, porque nada es real, es un querer falaz. He oído de estos dos, noche y día, sol y luna, monte y valle, volcán y ceniza, monte, piernas y dedos.

Sólo nos queda el silencio, el secreto de lo no sucedido, el sonido de lo que nunca pasó. No hablaremos más de esto, nunca existió. Estuviste, pero no sé si estás y seguramente no estarás. ¿Quién sabe? En cinco vueltas de papel habremos escapado a este utópico lugar, esto de no ser... ay. Es cosa de volver. A esta hora y en este lugar.

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